En Colombia desde el 28 de abril del 2021 se han venido realizando movilizaciones en todos los rincones del país, especialmente en las calles de Bogotá, Cali, Medellín, Palmira y otras. Las personas han salido a protestar en contra del Gobierno de Duque y la tiranía del Uribismo que continúa atentando contra los derechos fundamentales de los ciudadanos. La movilización ha tenido consecuencias fatales heridos, muertos y desaparecidos que con cada hora aumentan, la fuerza pública ha arremetido contra los cuerpos de los manifestantes como objetivo, somos el enemigo para el Estado. Este texto insta a visibilizar la situación convulsionada que atraviesa Colombia.
Se ha incrementado la violencia de la fuerza pública hacia los ciudadanos y ciudadanas buscando reprimir la movilización social, lo que ha tenido como resultado la sistemática violación a derechos humanos. Se han reportado según ONG Temblores a corte del 4 de mayo del 2021 más de 1443 casos de agresión a civiles de los cuales 31 fueron asesinados, 77 heridos con armas de fuego, 21 víctimas con lesiones y perdida ocular, 814 detenciones arbitrarias, y, 10 casos notificados de violación sexual. Lo que evidencia el silencio y la complicidad del Estado con la fuerza pública, y, sus bases criminales, patriarcales y opresoras.
La matanza como política de Estado para la intimidación y represión de la protesta ha tenido como consecuencia el aumento de la vulnerabilidad de las personas que se manifiestan. Sumado a esto, se han dado diferentes estrategias por parte del gobierno para estigmatizar el paro como, por ejemplo: manipular imágenes, videos y los medios de comunicación para desvirtuar, tergiversar y criminalizar el movimiento social. Soslayando las voces de millones de personas que continúan en las calles buscando garantías y reconocimiento de sus derechos. No se puede desconocer como todo este abusivo y malintencionado trabajo de desinformación tuvo importantes logros como generar pánico y señalamiento a través de canales como RCN y Caracol que continúan culpando a los manifestantes, hoy los que buscamos garantías y dignidad para nuestro pueblo somos enemigos públicos y delincuentes.
El Paro Nacional empieza con la propuesta de la Reforma Tributaria que se logra tumbar con la movilización, y continúa por todas las personas que han caído por las ejecuciones extrajudiciales en la manifestación. El paro colombiano ha sido un caso que ejemplifica como todo un pueblo supera el miedo, el miedo a ser asesinado por parte de la fuerza pública, el miedo a ser una víctima fatal del Estado, el miedo a la pandemia actual del COVID-19. Se unen desde el amor, el cuidado y la memoria para reclamar justicia y dignidad por la crisis social vigente, por aquellos que no están, además de rechazar actitudes represivas y violentas perpetradas. Pues las marchas forman parte de un marco democrático, pues su motivo es visibilizar la multiplicidad de voces y demandas de la población que se encuentran en desacuerdo con las decisiones del gobierno asesino e indolente.
Finalmente, quiero profundizar en que, a pesar de la violencia infringida de manera masiva en Colombia, es capaz de levantarse, ponerse en pie, pronunciar su derecho en las calles, en los medios y los hogares con la resonancia de las cacerolas, familias enteras han salido con la indumentaria de su cocina anunciando que su miedo no supera su esperanza, su amor y su apoyo al Paro Nacional. Hoy ni las balas, ni las aturdidoras, ni los gritos, ni los helicópteros superan la resistencia de todo un país. Aquí estamos y por nuestros muertos ni un minuto de silencio.
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