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PARO NACIONAL EN BOGOTÁ
En Colombia desde el 28 de abril del 2021 se han venido realizando movilizaciones en todos los rincones del país, especialmente en las calles de Bogotá, Cali, Medellín, Palmira y otras. Las personas han salido a protestar en contra del Gobierno de Duque y la tiranía del Uribismo que continúa atentando contra los derechos fundamentales de los ciudadanos. La movilización ha tenido consecuencias fatales heridos, muertos y desaparecidos que con cada hora aumentan, la fuerza pública ha arremetido contra los cuerpos de los manifestantes como objetivo, somos el enemigo para el Estado.
El paro colombiano ha sido un caso que ejemplifica como todo un pueblo supera el miedo, el miedo a ser asesinado por parte de la fuerza pública, el miedo a ser una víctima fatal del Estado, el miedo a la pandemia actual del COVID-19. Se unen desde el amor, el cuidado y la memoria para reclamar justicia y dignidad por la crisis social vigente, por aquellos que no están, además de rechazar actitudes represivas y violentas perpetradas. Pues las marchas forman parte de un marco democrático, pues su motivo es visibilizar la multiplicidad de voces y demandas de la población que se encuentran en desacuerdo con las decisiones del gobierno asesino e indolente
Quiero profundizar en que, a pesar de la violencia infringida de manera masiva en Colombia, es capaz de levantarse, ponerse en pie, pronunciar su derecho en las calles, en los medios y los hogares con la resonancia de las cacerolas, familias enteras han salido con la indumentaria de su cocina anunciando que su miedo no supera su esperanza, su amor y su apoyo al Paro Nacional. Hoy ni las balas, ni las aturdidoras, ni los gritos, ni los helicópteros superan la resistencia de todo un país. Aquí estamos y por nuestros muertos ni un minuto de silencio.
Se rechaza la agresión sistemática presenciada en diferentes partes del país, y se celebra la tenacidad de los ciudadanos quienes desde el andar y habitar dignamente el espacio público reivindican las banderas de lucha y la juntanza de todo un pueblo que se alza para reclamar justicia y garantías. En estos días se evidenció un llamado combativo y resiliente, que nace del amor y el cuidado, aboga por la construcción de un nuevo futuro posible. Por estos días es más fuerte las posibilidades colectivas de lucha, que el miedo, el miedo al virus, el miedo al Estado, el miedo a la fuerza pública, hoy en Colombia se gesta la posibilidad de desarticular todo un sistema agresor a partir del canto, el arte, la marcha y la resistencia
La matanza como política de Estado para la intimidación y represión de la protesta ha tenido como consecuencia el aumento de la vulnerabilidad de las personas que se manifiestan. Sumado a esto, se han dado diferentes estrategias por parte del gobierno para estigmatizar el paro como, por ejemplo: manipular imágenes, videos y los medios de comunicación para desvirtuar, tergiversar y criminalizar el movimiento social. Soslayando las voces de millones de personas que continúan en las calles buscando garantías y reconocimiento de sus derechos.
Se ha incrementado la violencia de la fuerza pública hacia los ciudadanos y ciudadanas buscando reprimir la movilización social, lo que ha tenido como resultado la sistemática violación a derechos humanos. Lo que evidencia el silencio y la complicidad del Estado con la fuerza pública, y, sus bases criminales, patriarcales y opresoras. El implantar pánico se ha convertido en un proyecto de largo plazo, una forma de existencia, su esqueleto es la pedagogía de la crueldad contra aquellos pares antagónicos: los/las manifestantes. La destrucción corporal y mental sin precedentes, en la violencia física, erige el aniquilamiento de la voluntad de la víctima y el poder del victimario que desmoraliza al enemigo, una forma de disolver el tejido social. Esta belicosidad ejercida sobre el cuerpo hace parte de toda la estructura social estatal y paraestatal, donde la exhibición de la crueldad garantiza el control sobre los territorios, sumado a el pavor a manifestarse.
Seguimos en pie.
Las anteriores son ecografías modificadas apropósito del momento coyuntural que vive Colombia. Éstas fueron tomadas cuando mi madre estaba embarazada, al igual que los textos que ella escribió cuando estaba esperando mi nacimiento. Hoy los redimensiono bajo el miedo perpetuo de mi mamá, como el de muchas, que piden que sus hijas e hijos no sean asesinados, ni violados, ni desaparecidos por el Estado.
Hoy y siempre que florezca la memoria, que florezca la justicia.
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