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ITINERANCIA EN CALLE

 

 El presente recuento fotográfico ahonda en el fenómeno urbano de habitabilidad de calle. Sugiriendo como reflexión: hasta qué punto las políticas públicas y las percepciones entorno a la erradicación de la habitabilidad de calle no recaen en un discurso moral, donde se establecen los cánones de “normalidad” del ser humano. Por esto, se hace una crítica a lo que se considera una anomalía o particularidad social.

 

Los habitantes de calle, son con frecuencia perseguidos y criminalizados dado que son segregados de la vida occidental y capitalista que enmarca al ser humano dentro de lo que debe ser “normal”, seres productivos que funcionen dentro del sistema de consumo, familiar, académico, productivo y social, es decir que responden a los estándares establecidos por el sistema cultural y que permiten el ordenamiento y la higienización social.

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El habitante de calle se percibe como el anormal, despreciable, carente de conciencia, como un error en el sistema y habitualmente son nombrados como indigentes, desechables, locos, basura social, entre otros calificativos que los niegan y destruyen, cosificándolos, es decir, convirtiéndolos en cosas inanimadas, sin dignidad ni derechos, seres autodestructivos que deben eliminarse del escenario social.

La itinerancia en calle es juzgada como disfuncional, peligrosa y marginal, categorías que deshumanizan e invisibilizan la precariedad vital de estos ciudadanos.

Por eso, es evidente como el otro y la ciudad misma se convierten en escenarios de miedo y muerte para quienes “deben” ser eliminados.

El problema central no es el hambre, ni la habitabilidad de calle, estas solo son consecuencias; el problema es la precariedad del sistema.

La habitabilidad en calle va más allá de la situación de no tener una vivienda o un techo, ya que se da en el marco de las relaciones que las ciudadanas y ciudadanos habitantes de calle que constituyen con su entorno, en la construcción de identidades, formas de ser, de pensar, de sentir, de hablar, así como conjuntos de normas, valores y principios bajo los cuales hacen una lectura de la realidad.

La anormalidad termina siendo que en una ciudad como Bogotá se normalicen paisajes de precariedad; y aún así se les tenga aberración y se les catalogue como “indigentes”, ”gamines”, entre otros calificativos excluyentes. Anormal la cruda mirada con la que se cosifica al otrx, víctima o agente del sistema.

El/la otrx siempre será posibilidad, reflejo y abismo. 

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INTERVENCIÓN ESPACIO PÚBLICO
 

La puesta está diseñada con el objetivo de intervenir el espacio público a partir de tres fotografías con un pequeño texto que las contextualiza y se pegan en los muros con engrudo, al lado del monumento de la Pola, cerca a la Universidad de los Andes. Estas imágenes hacen parte de una serie general nombrada “Itinerancia en calle”, la cual ahonda en los imaginarios adversos entorno a el fenómeno urbano de habitabilidad de calle, por ello también se elige ubicarlas en este sitio, donde en su mayoría hay control del espacio y seguridad privada de la universidad que impide el paso a los habitantes de calle. En este sentido, es interesante situar imágenes de la “problemática” en este lugar tan adaptado para algunos privilegiados y limitado para otros, lo que generará un foco de reflexión y análisis. Este trabajo cuestiona los discursos morales alrededor de esta situación, cómo el salirse de los cánones de “normalidad” del ser humano termina condenando a estos sujetos, los cosifica, señalándolos, y produciendo narrativas que legitiman formas de eliminación de los “no deseados” del paisaje capitalino.

Las tres fotos son adheridas a la calle como un ejercicio de paste up, con la finalidad de ver cómo el material también se desgasta en las paredes, como el tiempo y el entorno va modificando el papel y la tinta; que también ocurre con los cuerpos de los ciudadanos habitantes de calle. Además, es posible analizar estas imágenes de diferentes modos de vida o de “marginalidad” social se mimetizan con las calles, la gente normaliza la precariedad, ignoran el hambre, las violencias y las enfermedades asociadas al consumo. Se deshumaniza a dichas personas comprendiéndolas como parte del deterioro arquitectónico.

 

Las fotografías son análogas digitalizadas e impresas a gran formato miden 150 cm x 80cm y están modificadas con un círculo a color con un código qr, para que resalte, llame la atención e invite a mirar las fotos sin interrupciones y un trabajo más robusto. Pues el código qr, direcciona a la página web donde se puede encontrar la serie completa en la que aparece imagen y texto. En conclusión, se considera importante esta labor puesto que sensibiliza y aterriza la mirada, esta mirada que crea mundo, construye y determina la realidad en el que el otro habita.

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