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LA MEMORIA ADVIENE HECHA CEMENTO

¿La muerte convierte el cuerpo en una pieza donde se aloja el recuerdo? ¿Por qué es difícil aceptar unir experiencias pasadas en extremidades frías?  La muerte funciona como un propósito cultural, el fin último del individuo, aquí también se encuentra lo humano, lo exhumano y lo no humano, todo esto alrededor de quién parte y se forma un puente en el imaginario colectivo entre los vivos y los muertos, entonces los rituales mortuorios son una forma de combatir la ausencia de un cuerpo.

Las materialidades con las que se adorna la muerte se convierten en albergue de lo que fue la vida. Configura el mundo utópico y distópico con lo innombrable.

La muerte históricamente ha sido un culto a la vida misma, por eso se ha ritualizado.

La muerte es para los vivos. La tumba es la necesidad de establecer un vínculo entre el paisaje, el recuerdo, los que ya no están y los que aún nos toca cargar con la ausencia de la vida.   

La muerte tiene una extraña relación con la imagen, la memoria es el único vínculo que podemos tener con los muertos. Estas son fotografías configuradas a partir de los vestigios y cuerpos espectrales materializados en el concreto. Los cementerios son depósitos de lo que fue la vida.

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