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Memoria Pandémica

Repositorio testimonial.

Es imposible negar el gran impacto que tuvo el COVID-19 a nivel internacional.  El COVID-19 fue un gran agente social que transformó las dinámicas sociales.  Paralizó al mundo entero, detuvo a las más robustas de las economías y retó a la medicina impotente con la gran cantidad de decesos a causa de la enfermedad.  Durante el virus se sufrieron dolores arraigados a la pérdida.  Pérdidas de personas, familiares, lugares, momentos.  En la pandemia tuvimos que asumir las muertes, que con los días incrementaron; la distancia de las personas que amábamos; la imposibilidad del abrazo o el encuentro; la falta que hacían los espacios en los que nos sentíamos parte como las universidades, las librerías, los cines, los museos.  Fueron días de emociones intensas, grandes añoranzas y profundos vacíos.

Ahora bien, Memoria Pandémica propone la creación de un memorial remoto, participativo y apreciativo a partir de distintas experiencias, un escenario destinado a la nostalgia frente a lo que implicó el COVID-19.  Puesto que, se considera fundamental hacer notorio lo que se acalla luego del boom mediático de la pandemia, por lo que se postula el arte como mecanismo contra el olvido.  La exposición responde a la necesidad de reconstruir la historia de la pandemia a partir de experiencias locales.  A partir de estos fragmentos vivificar una narrativa general que contenga diferentes voces en las que se evidencian lugares comunes.  Un encuentro en tiempos de desencuentro promovidos por el virus y la virtualización de la vida misma.  Pues la realidad era percibida a través de los paisajes inmóviles de nuestras ventanas o las pantallas de los medios digitales.  Tuvimos que mudar las formas en las que vivíamos a lo virtual, por eso, el montaje está dispuesto bajo lo virtual: los videos, las invitaciones, las personas de corporalidades fragmentadas a un busto.  Reproduciendo esta idea de lo tecnológico para aproximarse a los otros.  Ahora, en el montaje: Memoria Pandémica, poner el cuerpo en el salón expositivo para vol-ver, ver un pasado profundamente diciente.

Justificación

Durante el COVID-19 se sufrieron dolores arraigados a la pérdida.  Pérdidas de personas, familiares, lugares, momentos, entre otros.  Pues en la pandemia tuvimos que asumir las muertes, que con los días incrementaron; la distancia de las personas que amábamos; la imposibilidad del abrazo o el encuentro; la falta que hacían los espacios en los que nos sentíamos parte como: las universidades, las librerías, los cines.  Fueron días de emociones intensas, grandes añoranzas y profundos vacíos.  Por lo que la exposición propone la creación de un memorial remoto, participativo y apreciativo a partir de distintas experiencias, un escenario destinado a la nostalgia frente a lo que implicó el COVID-19.

Este tiempo de pérdidas inconmensurables.  La pandemia mostró las problemáticas y la fragilidad social en la cual existimos.: disturbios, caos, muerte, hambre, angustia, agotamiento, desorganización, desgaste, desencuentro, miedo, terror.  El COVID-19 fue un gran agente social que transformó las dinámicas sociales, la capacidad de actuar y los afectos humanos.  El estado pendular que trajo la pandemia es lo que se quiere demostrar en la exposición, pues una forma de vida simple paralizó al mundo entero, detuvo a las más robustas de las economías y retó a la medicina impotente con la gran cantidad de descensos a causa de la enfermedad.

Con la distancia el telar del tiempo hiló ausencia y angustia, nuestra piel acostumbrada a los afectos, fue un territorio desolado.  La piel se percibía como fotosensible, extrañaba la luz y el contacto.  El calendario como un silencio interminable e intermitente ¿La pandemia fue un gran paréntesis o coma inducido? Así se percibía, sin embargo, nunca hubo quietud, grandes redes de disputas emocionales, espaciales y sociales se conglomeraron.  Por ejemplo, pensar los cuerpos únicamente para ser productores del sistema capitalista ¿quiénes pudieron aislarse para protegerse? ¿trabajar o ser contagiado? ¿si me enfermo y no me atiende un sistema de salud? Esto también determinó posiciones de privilegio: La vida es un derecho para los privilegiados.  El virus puso en primer plano las diferencias raciales y geopolíticas del sufrimiento ¿el virus fue un mecanismo eugenésico? Es fundamental hacer notorio lo que se acalla luego del boom mediático de la pandemia, por lo que en la exposición se propone el arte como mecanismo contra el olvido.

En este orden, la muestra es pertinente porque brinda la oportunidad de re-construir la historia de la pandemia a partir de experiencias locales.  A partir de estos fragmentos vivificar una narrativa general que contenga diferentes voces y situacionalidades.  Se pretende tener una rememoración, montaje y apuesta que haga visible lo que dejó e implicó la pandemia.  Un espacio para digerir los dolores, hallazgos, pérdidas y partidas en la pandemia a partir de distintas narrativas en las que se evidencian lugares comunes.  Un encuentro en tiempos de desencuentro promovidos por la pandemia y la virtualización de la vida misma.  Puesto que, la realidad era percibida a través de los paisajes inmóviles de nuestras ventanas o las pantallas de los medios digitales.  Tuvimos que mudar las formas en las que vivíamos a lo virtual por eso, el montaje está dispuesto bajo lo virtual: los videos, las invitaciones, las personas de corporalidades fragmentadas a un busto, considerando la importancia que tienen los “bustos” para hablar de memoria histórica.  Reproduciendo esta idea de lo tecnológico para aproximarse a lxs otrxs.  Ahora en el montaje Memoria Pandémica, poner el cuerpo en el salón expositivo para vol-ver, ver un pasado profundamente diciente.

Por eso la imagen en movimiento nos parece una decisión asertiva para el montaje.  Como añade Tatián: “{…} La fotografía me interesa por su peculiar relación con el tiempo, evocar un hecho del pasado para que active el presente, para que actúe y nos interpele.” (Tatián, 2018, p.170).  Esta exposición nos invita a reflexionar sobre la incertidumbre de los documentos, la construcción de la verosimilitud de lo histórico y el significado tanto estético, memorial y político que aporta el recuerdo.  El hacer y reproducir imagen como herramienta contra el olvido y producción cultural es un mecanismo de resistencia, reconocimiento y duelo a esos dolores contenidos o suspendidos en los días.

Existe una relación entre la memoria y la fotografía, la capacidad de la imagen de evocar.  A través de ella es posible rescatar momentos olvidados e historias que forman parte tanto de una memoria individual como una colectiva.  De esta manera la imagen ya sea estática o en movimiento es un instrumento valioso con el cual se logra promover un discurso de eventos relevantes y de memoria.  Con la imagen sonora y con apoyo de estímulos adicionales es posible estimular la capacidad que tiene el espectador de suscitar conceptos y pensamientos de una línea temporal que hace parte de un colectivo pero que de la misma manera tiene implicaciones personales, creando así una narración paralela de eventos que parecen estar aislados pero que en realidad tienen conexión con el recuerdo.  Es así como, esta evocación del recuerdo fortalece dentro de la historia particular y de grupo.  Un pasado vivificado en lo visual compartido que tiene como base las experiencias.  Hacer memoria tiene que ver con almacenar datos en la mente estimulando el recuerdo a partir del poder relacionarse con las situaciones expuestas.

La fotografía opera como espejo de un pasado, las fotos son maneras de desafiar la linealidad del tiempo al poder volver con la imagen y congelar un momento.  Es un espacio espectral en el cual nos desenvolvemos, pues el pasado muerto se hace vivo y fantasmagórico mediante la captura de imagen y sonido.  Luis Ospina cineasta, señalaba que la muerte es el olvido; esto precisamente es lo que se quiere erradicar en la exposición; se pretende recordar para eternizar.  Este transportador y espejo que es la cámara tiene un papel social e individual importante pues configura las formas en las que se hace memoria y determina la historia, dicho en otras palabras, elabora nuestras formas de ver el mundo.

Además “Memoria Pandémica” puede ser un foco de análisis donde se hace posible evaluar, caracterizar y concretar lo acontecido.  Un archivo que visibiliza una antropología en tiempos de crisis, pues se revelan los límites y posibilidades de lo humano, como entender las consecuencias del confinamiento, la desigualdad social, los factores de vulnerabilidad en la pandemia, las biopolíticas ejercidas en los cuerpos, los anhelos del retorno, las búsquedas de futuro incierto, el estado de liminalidad constante, entre otros.

El proyecto tiene como propósito reunir a modo de archivo distintos testimonios sobre la pandemia del COVID-19 en el último año y medio, acompañados de un retrato del informante.  Estas narrativas se mostrarán a partir de la imagen en movimiento, de las personas, quienes son su voz activarán su retrato contando su historia. En estas narrativas se pretende explorar la dimensión íntima y sensible de la pandemia, los muertos que dejó, la experiencia encerrada, el distanciamiento y la imposibilidad.  Con esta recolección de retrato y relato se busca generar una sensación de nostalgia frente al pasado.  Pues el volver a lo que se vivió implica una melancolía frente a los hechos que se aproximan al presente desde la voz, la imagen y el sonido.  Evocar la particularidad de las situaciones para filtrar en una exposición lo que significó la crisis sanitaria a partir de distintas perspectivas en Bogotá.  Dado que, hacer memoria tiene que ver con almacenar datos en la mente y con la muestra se pretende que este compilado sirva para hacer visibles las consecuencias, afecciones, reflexiones y análisis.

Estos retratos son expuestos a modo de mosaico en el que los retratos están congelados, como fotografías, y se activan uno por uno al enunciar su experiencia.  Así irán reproduciendo uno por uno para generar un recuerdo formado a partir de fragmentos por la multiplicidad de las personas, una memoria polifónica, es decir constituida con muchas voces.  Siguiendo con la línea de plasmar la experiencia y reunirla con los distintos rostros en el marco de la pandemia.  Esto se colocará en una habitación vacía dispuesta para el trabajo, cuando los espectadores entren se verán colmados de estas imágenes digitalizadas y parlantes en el lugar, con la intención de recordar los días de la pandemia en la que no cabía otro tipo de conversación que no fuese el sentido de angustia a la situación vigente del COVID-19.

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