NARCOESTÉTICA
La narcoestética y la narcocultura han sido grandes influencias en la construcción ciudadana en Colombia. La narcocultura se caracteriza por exagerar patrones populares asociados al sistema capitalista y patriarcal, el narcotráfico ha sido una práctica que ha causado resonancia local desde los 80’s. Los gustos barrocos de los narcotraficantes exaltan imaginarios colectivos nacionales, que reposan en la estructura y se hacen visibles en los cuerpos feminizados. En este caso, se centra en la percepción, representación y narrativa alrededor de los cuerpos feminizados en el cómic porno, en estas ilustraciones se vislumbran distintas maneras, todas violentas y machistas, de entender lo femenino en el fenómeno de lo narco. El collage posibilita articular distintos íconos, símbolos, gestos y discursos que posicionan analíticamente a los cuerpos feminizados frente la grandilocuencia de la narcoestética, en la que históricamente se ha soportado la agresión y el dinero como forma de existir y ser reconocido (en masculino) en el mundo.
1. Manipulación y diseño de los cuerpos feminizados. No es arbitrario que en Colombia donde se practican más cirugías plásticas es en Cali y Medellín “{...} conocidas por su mezcla de pobreza, violencia, liposucción, aumento de senos, estiramiento facial, aumento de culo y restauración del himen.”(Taussig, 2013). Estas son ciudades famosas por sus carteles de narcotráfico, y emblemáticos exponentes de dicha práctica como Pablo Escobar y Gilberto Rodriguez Orejuela. Lo que establece una fuerte relación entre la estética femenina y el narcotráfico, el cuerpo femenino es una forma de exhibición del éxito económico del narcotraficante, por lo que lo moldea hacia estereotipos que fomentan cuerpos extravagantes, con senos y glúteos grandes, abdomen plano, nariz respingada, rostro armónico y juvenil. La transformación de los rasgos fenotípicos a partir de la cirugía plástica revela el capital adquisitivo del narco en el cuerpo feminino, además de la configuración de lo “deseable” o “consumible” ante los ojos masculinos.
2. La ostentación del poder desde el cuerpo feminizado como pieza decorativa que afirma la hombría del narcotraficante. Es mediante la mujer que se evidencia su poder y “éxito” ante la sociedad. El cuerpo femenino como pieza de lujo en el paisaje que señala el capital del narco. Puesto que, la normalización del exhibir a “sus mujeres” (plural), ha justificado el papel social de la mujer como un trofeo adherido al recorrido vital de un hombre. Por ello, entre mayor cantidad de mujeres se tenga a su disposición y ejerza control sobre ellas y la manipulación de sus cuerpos, adquiere mayor reconocimiento y prestigio. Con lo anterior, muestra su capacidad monetaria usando la corporalidad femenina como medio.
3. Cosificación de los cuerpos feminizados como territorio en el que se implantan violencias, y están sujetos a la voluntad y deseo masculino. Quitándoles así capacidad de elección. Cabe resaltar que la cultura de la violación es omnipresente en la narcocultura y en la narcoestética, dado que se imbrinca en los modelos de construcción de mundo, formas de pensamiento, creencias, poder y la estructura imperante. La cultura de la violación está enraizada en bases patriarcales jerárquicas y desiguales que permiten que se legitime, normalice, tolere y justifique la violencia sexual.
"{...} Narco.lombia sin tetas, armas y billete no hay felicidad. La sociedad disfruta el gusto mafioso, la verdad de silicona y la ética de la pistola." (Omar Rincón, 2009)
Texto en colaboración con Alejandra Escobar.